La flor y su esencia
Por Santiago Rojas Posada
La flor es un regalo del universo; es una manifestación del amor de la naturaleza, que podemos ver, oler, palpar, gustar y sentir. Es botánicamente hablando, el órgano reproductor de las plantas angioespermas (Aggeion-recipiente, sperma-semilla), la transformación máxima de las hojas. El cáliz se compone de sépalos que, guardan el color verde que les imparte la clorofila. Los pétalos, la parte que forman la corola, presentan por lo general tintes vivaces. Y estos pétalos a su vez se convierten en estambre, los órganos masculinos de la flor. Los carpelos, los órganos femeninos, son a su vez estambres transformados. La flor, entonces es el proceso de múltiples transformaciones y, con toda tranquilidad, se puede decir que es la máxima expresión de la planta.
Vibracionalmente hablando, se define la flor en plena floración, como la manifestación máxima de la energía de la planta, es su obra cumbre, en donde toda su vitalidad y energía se encuentran en plena representación.
La flor posee además y como todos los otros seres un campo energético débil, que va desde su interior y sobresale de ella en forma armónica. Cada flor tiene su campo vibracional particular, que posee una cualidad única. La flor es, así mismo, la parte de mayor temperatura de la planta, llegando en algunas especies a esgrimir una diferencia con las otras partes hasta de 10 grados centígrados. Por tal característica, es más útil que el resto de la planta para ser utilizada en los animales de sangre caliente entre ellos, claro está los seres humanos.
La flor tiene las características de una antena de energía que recibe constantemente las energías del cosmos, principalmente las del sol, a través del aire, y las energías de la tierra, incluidos los alimentos, a través de la planta, por medio del tallo, y éste a su vez gracias a la raíz. La flor recibe constantemente estos dos tipos de energía fundaméntales (yin-yang), y de su conjunción y equilibrio mantiene una energía propia, con características individuales, que integran las energías de la tierra y del cosmos. Esta energía posee unas características (cualidades) que pueden ser transferidas al agua en el método de preparación de la esencia.
La esencia floral es entonces, la esencia vital de la planta, su campo vibracional. Al recibir nosotros los medicamentos florales estamos recibiendo la vida de la flor (a la vez que de la planta, pues sabemos que es su mejor representación energética vital) y no un producto inerte. Lo que mantiene vivo a un ser es su energía sutil, pues su materia densa es inanimada. Al obtener la energía vital de la flor como se describe posteriormente, estamos manteniendo "viva" a la flor dentro del frasco, y podemos disponer de su energía -para el bien de la humanidad- infinidad de veces.
La "cualidad" que la flor obtiene al armonizar en sí misma las dos energías básicas puede ser transferida a un ser "vivo", y este ser la podrá integrar en su totalidad y adoptarla como propia. La esencia floral puede ser utilizada con igual eficacia en seres humanos de todas las edades y creencias posibles, así como en animales de todas las especies, en vegetales y en algunos procesos de los minerales (tierra para cultivo, limpieza de cuarzos y gemas, etc.).