Manifiesto para el 2012
Nos miramos el corazón. Con los ojos cerrados descubrimos ese camino claroscuro de la fuerza del corazón. Respiraremos calladitos, dejaremos que nuestros maestros hablen. Seremos fieles guardianes de entender que nos abrimos paso a una nueva manera de entendernos, cambiarán muchas cosas o al menos creemos eso. Sabemos que las evidencias nos anuncian una nueva manera de ser, pero depende de nosotros mismos en tres niveles: los nuestros, que nos mantengamos unidos en nuestras oraciones; los otros que seguirán creando la dualidad entre el miedo y el éxito del oro; y los alejados, los que esperan que todo eso no suceda, y si sucede, ya tienen planes para creer que tuvieron algo que ver. Cerraremos los ojos y sólo sentiremos, sólo nos dejaremos llevar por el pausar de la respiración para descubrir ese secreto. Dicen que los dioses escondieron el secreto de la humanidad en un lugar demasiado obvio y demasiado secreto. No fue bajo las montañas ni los océanos, no fue en profunda cavernas ni en bosques frondosos. Como no hallaban dónde dejar el secreto de los misterios humanos, decidieron esconderlo dentro de nosotros mismos, en el corazón. Estamos en eso, respirando nuestro secreto para ver esa pequeña luz turquesa que nos dará el sendero de la verdad.
El camino que nos viene nadie sabe realmente que sucederá. Lo que sí sabemos es que tiene un destino. Sabemos que estamos allí, en el punto de partida, y a veces de término. Estamos donde nos dejaron y donde comenzaremos nuevamente. Estamos y somos los que quedamos y sabemos que todos fuimos invitados. Estamos listos para entregar ese corazón al todo con todas las ganas, sin saber realmente qué sucederá. Estamos, simplemente presentes como alumnos empeñosos que huyen al fracaso, porque estamos dispuestos y entregados a los destinos de la profunda ceguera de los mañanas.
Dispuestos y alegres, estamos comprometidos con estos mañanas. Los mañanas anunciados que huelen a nuevos comienzos para que podamos otra vez tener la oportunidad de volcar todo el talento. Con este "mañana" queremos hacer algo grande y a su vez humilde. Ya estamos con los ojos cerrados sosteniendo la paciencia y marcando el ritmo pausado de nuestra meditación.
Sí, estamos con los ojos cerrados mirándonos el corazón. Estamos dispuestos a creer firmemente que la vida está allí dentro, desafiando lo que nos han dicho que creamos: que busquemos afuera lo que debemos encontrar dentro. Nos prometieron protección externa para un miedo interno, y no te has dado cuenta despacito nos hemos arreglado para poner el miedo fuera, disfrazado de incertidumbre, dando paso a la desprotección dentro. Así hemos comprado noticieros y matutinos que se esmeran en ganar un punto más con tal de que los mires, pero han seguido esa tendencia tecnológica de creer que en la internet está todo. Sí, creímos eso. Creímos que al leer los manuales llenaremos de advertencia nuestra ruta y sabremos qué hacer, qué decir, qué callar y qué creer al momento de no se qué. Simplemente date cuenta que estamos. Y que descubrimos el amor como antídoto al miedo. Estamos acá mirando nuestro interior con ganas de saber de qué color será la estrella que aparece sutil y tenazmente en la oscuridad tras mis párpados.
Mejor estar callados. Mejor calmar nuestras ansiedades para dejar las cosas como estaban hace algunas décadas: dejaré de buscar afuera lo que debo encontrar dentro. Nos han hecho con tanto amor, nos han creado para custodiar una verdad tan hermosa que simplemente estamos con los ojos cerrados viendo cómo nuestra mente se cansa de ofrecerte imágenes... calma, llega esa imagen estática del espacio de la paz.
Este año estamos disponibles, pero disponibles desde el corazón. Estamos sin nada y con las manos lavadas para secar las lágrimas de los que aún buscan esa instrucción de comprender que en el corazón están todas las respuestas. Este año nos volcaremos sólo a escuchar las verdades del corazón de nuestros amigos. Este año sonreiremos a la escena del desastre para que nuestros dientes iluminen con esperanza a los desesperanzados y nuestro canto de calma animen a los temerosos de nuestro lado.
Estamos para las flores, las caminatas tomados de la mano, para escuchar esos mensajes de quienes saben escuchar el cielo, para sembrar los nuevos comienzos sin desesperanza. Estamos más presentes que nunca, contigo y conmigo también, sabiendo que todo estará bien, que en el corazón no faltará nada, y, una vez que cierres los ojos, una vez que respires suave, una vez que calmes esa voz interna, y una vez que sonrías en tu propia complicidad inocente de haber descubierto que la paz estaba dentro y no fuera en forma de medicamento o conjuro, sabrás que estamos y estás... siempre listos.
Carla y Fernando
Ambar del Alma SAC